Page 8 - El papel de las ideas en los precedentes a la Revolución Rusa
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Año XXV, Número 45, enero 2025

       Depósito Legal M-34.164-2001
             ISSN 1695-6214


                                                El papel de las ideas en los precedentes a la Revolución Rusa



                                                                                          9
              los trabajadores que tuvieran cuidado incluso con los pañuelos rojos” . Los liberales y
              mencheviques también avisaron a Gapón que la huelga podría convertirse en un baño

              de sangre; pero el joven sacerdote confiaba en que el Zar no abriría fuego contra su

              pueblo, pidió a los manifestantes que fuesen con sus mujeres e hijos, llegando incluso a
              plantearse  colocarlos  al  frente  de  la  marcha,  para  recalcar  el  carácter  pacífico  de  la

              misma.


                     Sin embargo, Nicolás II había dispuesto con anterioridad más de 10.000 soldados
              con ordenes explicitas de impedir el paso a los manifestantes. Estos abrieron fuego, no

              solo  contra  los  participantes  de  la  huelga, sino  que  llegaron  a  alcanzar a  transeúntes

              que paseaban cerca, ajenos a la huelga. Según el informe oficial, hubo un total de 93
              muertos  y  333  heridos,  aunque  se  estima  que  estos  números  podrían  haber  sido

              mayores,  llegando  a  los  300  muertos.  Posteriormente  el  gobierno  decidió  llevar  a  las
              víctimas en tren y enterrarlas en secreto, sin notificar a las familias , con el objetivo de
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              evitar el desprestigio público.


                     Para mayor consternación de los trabajadores, el Zar ni siquiera se hallaba en el

              palacio de cristal en el momento de la marcha, sino que, al conocer las intenciones de
              Gapón  y,  temiendo  un  levantamiento  popular  en  su  contra;  huyó  el  día  anterior  a  la

              residencia imperial de Tsarskoye Selo, a 24 kilómetros de San Petersburgo.


                     Este  hecho  resultó  demoledor  para  los  ciudadanos  que  habían  depositado  sus

              esperanzas  en  la  buena  voluntad  del  Zar,  que  solo  buscaban  una  oportunidad  para
              pedirle  mejoras  en  su  forma  de  vida.  Cientos  de  personas  que  se  habían  dirigido  a

              palacio entre vivas al rey, se dieron cuenta de repente que su amado gobernante, al que
              no  habían  culpado  directamente  de  todas  sus  penurias;  no  se  distinguía  de  sus

              funcionarios incompetentes, el Zar no era una figura divina que velase por sus intereses.







            9  GONZALO MIGNON, Carlos FERNANDO GAIDO, Daniel (2018), p. 40.
            10  Ibidem.




                        Historia Digital, XXV, 45, (2025). ISSN 1695-6214 © Jorge Vilariño Pouso, 2025                  P á g i n a  | 220
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