Page 8 - Toledo entre 1665 y 1760
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Año XXV, Número 45, enero 2025
Depósito Legal M-34.164-2001
ISSN 1695-6214
Toledo entre 1665 y 1760
selecto de la sociedad, excediendo en fama y excelencia a otras producidas en territorio
nacional (Valencia, Vizcaya, Sahagún de León, Madrid…) y europeas (Solingen o
Passau, en Alemania). Cervantes, en el Quijote, las nombra en el episodio de <<la
aventura de los leones>>, denominándolas <<del perrillo>> y diciendo de ellas que eran
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<<cortadoras>> . Como en las restantes industrias de la ciudad, la producción se
llevaba a cabo por medio de pequeños talleres artesanos cuyos maestros estaban
agrupados en un gremio, el de espaderos, que velaba por la calidad y precio de los
productos que se producían. Este gremio, denominado “Armeros de Toledo” alcanzó
una gran importancia y una merecida fama. A él se entraba como maestro después de
pasar por rigurosas pruebas que demostrasen una extraordinaria habilidad y
conocimiento de cómo tratar el acero, además de una probidad irreprochable. Su ocaso,
lo experimentó hacia finales del siglo XVII y principios del XVIII, debido al incremento de
la importancia que habían adquirido las armas portátiles de fuego y a que los hidalgos y
caballeros dejaron de portar espadas como parte indispensable de su indumentaria,
sobre todo cuando se impuso en España la moda francesa del espadín, con la llegada
de los Borbones.
No obstante, el estamento militar tenía como parte indispensable de su uniforme
el sable o la espada a la vez que en la época referida todavía eran armas esenciales
para los cuerpos de caballería. A ello había que sumar que la bayoneta era un arma
imprescindible para la infantería. Por todo ello seguía siendo precisa la existencia de
una producción de hojas de calidad para el suministro al ejército. Como Toledo, a pesar
de su declive, continuaba manteniendo la fama de sus armeros, cuando se le hizo saber
al rey Carlos III la necesidad de una producción cualitativa y cuantitativa de este tipo de
armas, determinó la fundación en esta ciudad, el año 1761 –tras aprobar el informe que
había encargado al coronel Luis de Urbina el año anterior–, de una Real Fábrica de
Espadas, donde se reunió a todos los componentes del gremio de espaderos de la
misma, a la vez que se traían otros operarios de Valencia, que acompañaron al maestro
12 Estas famosas espadas eran fabricadas por Julián del Rey, armero del siglo XV. Se llamaban “del perrillo”
porque su marca era un pequeño animal grabado en su hoja
Historia Digital, XXV, 45, (2025). ISSN 1695-6214 © Ángel Santos Vaquero, 2025 P á g i n a | 94